El concejal de Rosario Juan Monteverde se refirió al rol de la ciudad, la región y la provincia, en el marco del diseño de una política integral que involucre al campo. “Rosario puede ser la capital mundial de los alimentos”, advirtió el ex candidato a intendente, y consideró como una amenaza para la industria santafesina la aprobación del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (Rigi). “El desafío es el liderazgo político que hace falta para unir a todos los sectores”, señaló.
—¿Qué se puede hacer desde Santa Fe y la región para acompañar a la producción del campo?
—Vivimos en un momento político donde la mayoría de los dirigentes políticos relatan la realidad, y hablan de lo que hace o hace el resto, en este caso el gobierno nacional. Yo creo que lo que falta, tanto desde Santa Fe como desde Rosario, es un liderazgo para llevar a la producción de Santa Fe a otro nivel. Es un poco lo que nosotros proponemos desde la ciudad de Rosario. Nosotros creemos que Rosario puede ser la capital mundial de los alimentos, pero para que eso suceda tiene que haber un proyecto político que lo lidere y que convoque a todos los sectores.
—En ese marco, ¿cómo definís la situación actual?
—La situación actual se resume en una oportunidad, una amenaza y un desafío. La oportunidad es que Argentina y el mundo hoy necesitan alimentos más que nunca. La Argentina está atravesando una crisis alimentaria profunda, en distintos sectores populares, pero también en los sectores medios que ven cómo se le va una buena parte de sus ingresos en el supermercado, y yo creo que la oportunidad es que el campo de Santa Fe pueda alimentar a toda la Argentina, agregando valor en origen. Esta oportunidad está latente, depende de que haya un proyecto político que pueda liderar ese proceso. Tenemos un proceso en la Argentina donde tenemos precios bajos para los productores y precios altos para los consumidores. Durante mucho tiempo, y en distintos tipos de gobiernos, con distinta ideología, el Estado perdió demesiado tiempo intentando acordar con los grandes supermercados. Cuando en realidad tiene que hacer es acordar con los productores que están en el campo, no en la ciudad. Tiene que acompañarlos para tener un campo con agricultores, pueblos y ciudades intermedias llenas de gente, de vida, de desarrollo, de oportunidades, eso mueve la industria, la maquinaria, las herramientas, y al final ese modelo de desarrollo de agregado de valor en origen lo que hace es que los productores tengan, por un lado, productos para vender al mundo con un mejor precio y con más valor, y por ende más rentabilidad, y que además aporten alimentos para nuestra gente, de mejor calidad y a menor precio. Ahí hay un modelo que todavía nadie se decidió a explotar.
—¿Cómo se articula Rosario y le región en ese modelo?
—Nosotros tenemos el campo que produce. Tenemos en la provincia, y en Rosario en particular, un polo científico tecnológico de innovación y desarrollo, que puede ponerse al servicio de ese agregado de valor en origen, para generar más productores, más industria, aguas arriba y aguas abajo de la cadena. Creo que hay un desafío pendiente.
—¿Cuál es la amenaza?
—La amenaza es el Rigi (Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones), que propone la ley Bases, porque puede romper la cadena de valor del agro de la provincia. El gran valor que tiene la provincia de Santa Fe, con todas las máquinas y herramientas para el campo que se producen en Santa Fe, donde ciudades y regiones enteras viven a partir de la economía que genera la industria metalmecánica, el Rigi propone que se pueda traer maquinaria importada, que se pueda traer mano de obra de afuera, y romper uno de los grandes valores que tiene la provincia de Santa Fe. Ahí hay una amenaza clara.
—¿Y el desafío?
—El desafío es el liderazgo político que hace falta para unir a todos los sectores. Creo que venimos discutiendo mal en la Argentina la cuestión agraria. Tenemos que ser capaces todos los sectores de ponernos un objetivo, sentarse sin prejuicios, escuchando todas las visiones, y podemos encontrar un modelo de negocios que nos contenga a todos.
El otro día, en una charla con industriales, yo citaba a Arquímedes, cuando para explicar la fuerza mecánica de la palanca decía “dame un punto de apoyo y moveré el mundo”. Y Jauretche, parafraseando a Arquímedes, decía “dame un punto de coincidencia y haremos una Patria”. Yo creo que hoy necesitamos encontrar ese punto de coincidencia, que tiene que ser de abajo hacia arriba, no tenemos que esperar que vengan de la Nación, que no conocen nuestros territorios, y ese punto de acuerdo en la provincia de Santa Fe tiene que ser la construcción de un acuerdo de agregado de valor en origen, donde lo que produce nuestra tierra lo podamos industrializar.
Tenemos los recursos humanos, tenemos las ganas, tenemos a los emprendedores, pero eso no va a suceder por generación espontánea, eso necesita un gobierno municipal, provincial o nacional, que tenga esa visión, que esté arraigado, por conozca la realidad de nuestro territorio, y que tenga ese horizonte. Yo creo que ese punto de acuerdo puede ser el primero de una serie, para construir la ciudad, la región y la provincia que nos merecemos.
—¿Cómo pensás que impactan en el agro las políticas de Milei?
—En el modelo Milei, donde todo lo regula el mercado, estamos comprando pan de Brasil, que no produce trigo. Tenemos la situación delirante de que le vendemos el trigo a Brasil, para que Brasil después nos venda el pan lactal industrializado. Esas son las cosas ilógicas del modelo actual. Y por otro lado, otro dato, estructural, que en Santa Fe, y en toda la cuenca lechera de la Argentina, viene cerrando un tambo por día, hace décadas. Y eso no lo revirtió ningún gobierno. Se van concentrando cada vez más algunos sectores estratégicos y es imposible plantar un modelo de desarrollo de esas características. Yo creo que hay incomprensión, sobre todo por parte de los poderes porteños, independientemente de su ideología, del fenómeno de la producción agraria en la Argentina.
—¿Se puede replicar en otra escala lo que ustedes como espacio político llevaron adelante en el tambo de Nuevo Alberdi?
—Nosotros, con una experiencia muy concreta, muy sitiada, logramos salvar el último tambo que le quedaba a la ciudad de Rosario, que un poco remitía al viejo modelo agrario argentino, donde había un campo con productores, cercano a la ciudad, que producía alimento para la ciudad, convertimos un pequeño tambo familiar en una cooperativa que hoy le da trabajo a un montón de gente, donde industrializamos en origen esa leche que antes se vendía a otra industria, generamos puestos de trabajo, producimos queso, dulce de leche, que llegan directamente a la mesa de los rosarinos, y bajamos en un un 30% los costos con respecto a las marcas monopólicas. Es un ejemplo muy chiquito y muy concreto. Si esto nosotros lo logramos desde el llano, si tenés un gobierno que está promocionando este tipo de industria y generándola, ese modelo es viable y es posible. El desafío que tenemos es llevarlo a una escala de ciudad y de provincia.