“Los sistemas agroalimentarios de las Américas: perspectivas futuras y oportunidades para el productor” es el título de la sección especial conformada por cuatro paneles, dos de los cuales se desarrollaron durante el primer día de la XXXII edición del Congreso Aapresid, que se desarrolla entre el 7 y 9 de agosto, sección en alianza con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).
“El futuro de los sistemas agroalimentarios de las Américas”
El primero de estos paneles, bajo el título “El futuro de los sistemas agroalimentarios de las Américas”. estuvo integrado por Manuel Otero, Director General del IICA, Joachim von Braun de la Universidad de Bonn, Alemania; Izabella Teixeira, ex ministra de Medio Ambiente de Brasil y asesora del IICA; Rattan Lal, premio Mundial de la Alimentación 2020; y Kip Tom, ex Embajador de EEUU en FAO. El panel fue moderado por Roberto Bisang, economista consultor de organismos internacionales.
Al inicio, Otero, destacó que están construyendo “una alianza estratégica muy fuerte” con Aapresid, y profundizó en cinco ejes en los que deben concentrarse los esfuerzos. “La agricultura tendrá que asumir grandes desafíos en términos de seguridad alimentaria, crisis climática, nutrición, transición energética y el uso de los territorios”, precisó.
Las nuevas exigencias hacia el agro constituyen uno de los ejes nodales del Congreso. Otero observó que “no es la primera vez que se le pide a la agricultura que brinde soluciones cuando las papas queman”. Incluso, en dicho sentido, recordó que el IICA nació en 1942 con el impulso de proveer alimentos para un mundo en crisis. Consigna que, 80 años más tarde, sigue vigente.
Por su parte, Texeira remarcó el rol de la política en la articulación regional. “Necesitamos medidas de adaptación de nuestros sistemas alimentarios y ello implica actuar como región”, argumentó. Y precisó que el cambio climático plantea desafíos de abordaje con particularidades en Latinoamérica que no están contempladas en los acuerdos internacionales y que deben entenderse desde una perspectiva más local.
Con esta mirada prospectiva, la referente brasileña advirtió que “las nuevas generaciones deben ser parte de la toma de decisiones, estas decisiones no se pueden posponer”.
A su turno, el alemán Von Braun, se centró en el aporte que puede hacer la bioeconomía, entendiendo que es más que una nueva tecnología agrícola, ya que también se puede aplicar a otros sectores como la construcción y la energía. En este sentido, aportó que el Foro Económico Mundial entiende la bioeconomía como “una respuesta para el desarrollo sustentable”, basado en que “ofrece soluciones para el bienestar social” y promueve soluciones económicas a los productores, como los créditos de carbono.
En este orden, Von Braun propuso “fomentar la integración comercial” entre los países más avanzados en las actividades basadas en la bioeconomía, entre ellos Latinoamérica, destacada como proveedora de alimentos. En su opinión, la bioeconomía es “la agricultura del futuro” dentro del “nuevo marco de los sistemas agroalimentarios para la eficiencia económica y la productividad”.
Primero la salud del suelo
Para Rattan, máxima autoridad global en ciencias del suelo, advirtió que “la revolución verde encontró sus límites”. Por ello la agricultura del siglo XXI debe amplificar la resiliencia del suelo, instalando la idea de agricultura regenerativa, que es un concepto, una forma de hacer en donde, como expresa el lema del Congreso “Todo está conectado”, puede brindar soluciones concretas hacia una “revolución verde 4.0”, con base en innovación ciberfísica, digitalización e inteligencia artificial (IA).
Con relación a la imperante necesidad de descarbonizar la agricultura, el experto remarcó que “si podemos encontrar la forma de implementar estas nuevas políticas de la mano de la ciencia, podremos mantener el cambio climático por debajo de los 2°. Esto es posible si comenzamos ahora”.
El panel lo cerró Kip Tom, quien agradeció de productor a productor el nivel de profesionalismo argentino al adoptar el sistema de siembra directa (SD). En su experiencia, la adopción de la SD significó pasar de levantar “32 sacos de maíz, cuando araban el suelo, a 140 sacos” que se logran actualmente.
En este sentido, propuso tomar esa tecnología como solución para la seguridad alimentaria, acercándola a lugares donde cualquier falla en la provisión de alimentos “lleva a conflictos civiles”. Tom sostuvo que “el sistema alimentario no debe tener barreras ideológicas”.
Al cierre de la sección especial, Otero criticó el “negacionismo” que hay hacia el sector: “en Argentina muchos todavía piensan que hay una agricultura extractiva”. Al respecto, señaló que el rumbo de la producción de alimentos está marcado por un mundo cada vez más poblado y cuyos consumidores son cada vez más exigentes, todo ello con enormes brechas en la seguridad y calidad alimentaria. En este sentido afirmó que “La cooperación técnica tiene que ser multi-país y multi-actores”.